viernes, 23 de noviembre de 2007

Nota de Autor




Oscar y Cecilia me enseñaron a pensar con libertad, siempre.
Ursula aprendió, y hace poco fue denunciada publicamente por oponerse al abuso de una injusta autoridad. Carolina aprendió también, y hace reír con su nariz roja (o a veces la morada) a los pacientitos del hospital del niño.
Mi familia me enseñó a NUNCA callar ante lo injusto.

La nota anterior ha provocado inusitadas reacciones.
Los mails a favor, las felicitaciones de desconocidos compañeros de trabajo, el apoyo y la emoción mis amigos; hizo que mi ego creciera un 500 por ciento (ceros más, ceros menos). Cual poeta en sus principios, detenido en una callejuela polvorienta por una horda de fanáticos de la literatura: Creí que yo podía a cambiar el mundo.
Otra vez, necia yo.

Mi hermana ha hecho un muy buen comentario de la nota anterior, dice que soy una escritora caviar. Conoce ella mis peores pesadillas.

No dar más cátedras de como salvar al mundo, no enseñar en una crónica a ordenar las instituciones estatales, ni pretender solucionar en 60 líneas el problema de violencia estructural del Perú
(para eso están los políticos).

Más como Ursula y Carolina. Menos, mucho menos caviar...

2 comentarios:

  1. Siembre es bueno saber que se puede reflexionar y cuando parar la mano también.

    Te felicito sinceramente.
    En algún momento yo también quise cambiar el mundo.

    Brant Hinzei

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  2. Libertad de expresion es expresar todo sin limites y tù què crees? Pepe Grillo

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