sábado, 26 de enero de 2008

, de la furia brillante

Transbordo.
Lima es luminosa, mucho más que Santiago dormida, Santiago tiene además un olor a viejo que no me gusta.
Será lo añejo de esta ciudad y las varias horas que llevo sin dormir que me entró mucha nostalgia.

Alguien (vos) me dijo hace unas horas, antes de partir, que vivo en otro mundo.
Y algo de razón tiene esa persona... Casi siempre vivo lejos del mundo entero.

El mundo parece muy grande, mucho más grande que Lima.
Muchas horas demora un vuelo de Lima a Paris, muchas más que de Lima a Buenos Aires. Aunque me han parecido una eternidad las 3 que demoraron llegar a Santiago...

A Francia me ha invitado un tipo que conocí el avión. Dice que en primarvera, Paris es la ciudad más linda del mundo (debe ser verdad).

Guiño el ojo y puedo ver diluida la avenida más ancha del mundo.
Siempre me gustaron los caleidoscopios: Muevo líquido, el Gatorade morado, y muevo autos, gente, asfalto y luz.
Muevo el mundo.

Y el mundo que cabe en mi botella de medio litro, cabe al mismo tiempo en la palma de mi mano.
La avenida más ancha del mundo, completa, completita.
Y el mundo entero, en la palma de mi mano.

No es tan grande el mundo después de todo.

Esta ciudad no tiene calles azules, al contrario, es tibia.
Ya recuerdo, si vine antes. Fue junio y nevó. No había nevado en 80 años. Pero fue junio y nevó. Ahí sí, la gente parecía volar.

En Buenos Aires son las 9 de la noche y el sol es fabuloso. Está alto todavía.
Brilla furioso.

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