Alguna vez he denunciado abusos contra los que menos tienen y más necesitan. Y lo he hecho a medias, que duda: El gobierno y su indiferencia, el gobierno abusivo y opresor, repetí como muchos.
Se reconoce que las cosas van mejor a pesar de los melosos periodistas pro gobierno, corruptores de la libertad. A pesar de las instituciones sesgadas, presididas por ineptos. A pesar de la ignorancia de muchos poderosos satisfechos (totalmente) con un asiento cómodo y una oficina llena de burócratas.
A pesar de todo, las cosas van mejor.
Hay prensa capaz de escudriñar en la desidia estatal, le decía hoy a un amigo a través de un mensaje electrónico. Ahora somos ciudadanos libres, de opiniones libres. Ahora somos lo que no fuimos una década atrás.
Libertad y economía, ambas superiores.
Luego libertad no es como aquél sueño de verano que tuve a mis dulces dieciséis. Donde debía huir de casa y no escuchar de nuevo los reclamos de mamá.
Libertad es más como posibilidad. Como poder en un país donde nadie puede.
Y ahí parada en la escalera cruel donde tengo mi puesto marcado y donde a todos nos toca nacer (a manera de casta hindú), subir un escalón no resulta tan difícil para mí. Depende sólo de mí y de mí misma. Porque el mí se rodea de todo lo que tengo, de todo lo que poseo, y que poseo además desde el momento en que nací.
Rawls un teórico social y economista, habló hace ya tiempo, de favorecer a quienes estén en menores condiciones. Pensar y actuar decía, creyendo que nos tocó nacer en el último eslabón de la cadena social. Luego, con esa premisa, crear un Estado de bienestar general.
Justicia social, se llamó a este concepto.
Sistema óptimo este, que predica además la necesidad de un consenso social. Un pacto entre ciudadanos.
En un Perú sin ciudadanos, sin embargo, que difícil resulta aplicar tamañas teorías. Somos ciudadanos, sí. Pero lo somos de distinta clase. Ahí está el que puede acceder a todo lo ofrece el sistema, ahí está a su lado el pobre, quien mendiga los restos de la distribución presupuestal.
Y entonces ya no sé si estamos tan bien. Y si la mejora económica basta... (Y si mi libertad basta).***
Un paro sin sentido se hizo la semana que pasó. Y en un desfile de vedettes, dirigentes y sindicalistas, decían representar la verdad en sus voces. Yo no oí nada cuando ellos hablaron. Igual que no escucho a aquellos analistas, rojos por fuera, que dan discursos belísimos cada cierto tiempo en mi alma mater.
Será que mi ignorancia, propia de la cómoda burguesía, me hace divagar en un café starbucks entre palabras demasiado parecidas... No sé.
Sé que esos discursos proletarios y altruistas me retumban en la mañana (la del paro, al prender la tele), igual que me retumban todos los discursos de analistas caviar. Me retumban y se van sin dejar nada. Mucho ruido y pocas nueces. Suenan alto por muy poco tiempo.
¿Pero qué se yo? ¿Qué voy a saber yo? Si soy sólo una burguesa más (una de esas que nunca viaja en combi).
te voy a regalar una combi.
ResponderEliminar... "en fin, a mi nunca me gustó tanta economía novelada que escribió el tal Carlos Marx" (letra de novisima trova) ...
ResponderEliminarDe acuerdo contigo en eso de que el Perú es un país donde la gran mayoría es extranjero (no-ciudadano) en su propia tierra ...
Los demás comentarios, prefiero decirlos con un buen café (nó del starbucks, please :) )
...
saludos
moccha frapuchino, con crema, sin tope de chocolate. Buenísimo y del Starbucks... A veces mi proletario amigo los burgueses no tenemos tan malos gustos
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