domingo, 17 de agosto de 2008

crónica: 2 minuntos de terror, 365 días después

6:41 pm. Miércoles 15 de agosto de 2007

Trabajaba todavía en canal del estado y ahí estaba ese día, paseando ansiosa por sus pasillos nebulosos. Mi función de reportera (o mis ganas de no llegar a casa), me restringían en los antiguos edificios de Lince (los del 7) largas horas, a veces días enteros.

Sin embargo esa tarde todo se había complicado. Iba muy retrasada con la edición de la nota para el sábado y mi compañero de producción parecía no terminar nunca con una minuciosa pegada de imágenes.

Traté de acelerar en algo el proceso y me metí a la cabina de locución. Empecé entonces, lentamente, a leer el texto, soporte de mi reportaje.

En la pequeña habitación blanca, adormilada con mi propia lectura, sentí a lo lejos un sonido violento. Luego, el primer movimiento me sacudió. El suelo, como si nada, empezó a temblar. Y así, de pronto, todas las paredes bailaron borrachas de un lado al otro... Tuve la sensación por un segundo de estar metida dentro de una inmensa cuna.

Por la ventana gruesa, vi a los 2 viejos controladores haciéndome señales para que siguiera con el relato. No querían repetir la operación. Era otro temblor, aparentemente. De los usuales en Lima.

El movimiento se hizo más fuerte.

No pasaron ni 5 segundos para que mis gritos desafinados quedaran grabados en la cinta de locución. Entonces nadie respondió y vi el el swticher solo, los viejos habían abandonado el barco. Solo ahí, me decidí a golpear la puerta con una patada seca y salir corriendo. Encontré afuera, en plena huida, a todo el personal de producción, guachimanes y demás, evacuando entre gritos el segundo piso.

A la entrada del 7 y en el desorden inicial, la cámara indiscreta de mi amigo Manuel grabó mi primera impresión: Miedo. Instalada en youtube desde la noche misma del sismo, el video ya tiene 120 mil visitas, comentarios obsenos incluidos ( http://www.youtube.com/watch?v=ExkIzJUERaI&eurl=http://www.presenciacultural.com/blog/index.php?s=terremoto+canal+7).
***


Lima no sufrió mayores daños. Algunas casas del viejo centro terminaron por caerse y se sucedieron reacciones histéricas (inclúyase la mía). Ninguna pérdida humana que lamentar.

El desconcierto, sin embargo, reinó durante las primeras horas.

El presidente apareció por cadena nacional, minutos después del remesón, con un discurso muy poco enterado. Los teléfonos celulares y fijos dejaron de funcionar y las calles se congestionaron con un tráfico nunca antes visto.

La prensa, que salió al momento a cubrir la noticia, rebelaba hechos aislados, sin orden ni concierto. Juro haber escuchado a un corresponsal decir: "El epicentro se ha localizado en una ciudad lejana de la selva".

Yo entraba y salía del edificio principal del 7, intentando aclarar mi propia perspectiva. Una reportera instalada a la puerta, entrevistaba con poca creatividad, a llorosos vecinos que no se atrevían a subir de nuevo a sus casas. Mientras que cuadras más allá, en las principales arterias de Lima, empezaban a sucederse nuevos dramas.

Vi todo este espectáculo desde el edificio de la calle José Gálvez: Lleno de gente para ese rato y a la vez poblado por un extraño aroma a soledad. Toda información resultado de aquellos primeros momentos, parecía pura especulación.

Demoré 40 minutos en llegar esa noche a mi casa, en un taxi que acepto llevarme casi de favor (tardaba 5 minutos diariamente). En la mesa de mi cocina, respiré del mismo aire que papá y mamá, y respiré también de pocos, la dimensión real de la tragedia.

Las noticias de muertos, heridos y derrumbes llegaron una a una: Ica oscura, Chincha y Pisco destruidas.

Y como llega a Pisco la arena, cargada por los brazos del viento, el viento del sur. Nos llegó así la tristeza, que se extendió desde el sur y cubrió los ojos de todos con un manto gris. Y que como el zumbido del aire, que tumba las ventanas, golpea las puertas y no deja pensar; no nos dejó pensar la noche entera. Sí, sentir: Sentir mucho.

Habían muerto 596 personas.
***


Las reales consecuencias de lo que aquella nefasta noche sucedió, no las conoceríamos hasta muchas semanas después. En el sur entero, familias, amigos, casas, barrios, ciudades; fueron arransadas en 2 larguísimos minutos.

Y la ciudad de Pisco, aunque derrumbada, mantuvo a sus habitantes en pie. El sur completo se mantuvo siempre en pie.
***


Tres semanas después de la tragedia llegué a la zona en comisión periodística. Fui a cubrir la labor de un grupo de apoyo, encargado del proceso de reconstrucción emocional: Los doctores bola roja (http://www.youtube.com/watch?v=ZZWVCEV6xOc).

Aquí algunas fotos, de las que en Chincha y Pisco tomé.
















2 comentarios:

  1. Un año después,
    sigo esperando que Haya un pais de de pan,
    bajo este,
    de roca,
    en ruinas
    ...

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  2. buenas fotos...

    te invito a este blog: http://gnosistema.blogspot.com

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