Mayo siempre llega y se va con prisa.
Me deja un año más, frío húmedo, mil manías adquiridas antes y recordadas de tirón, y olores pegajosos. Trajo también una prima larga con voz de mujer, mujer ahora; y un sobrino, el primero, que crece dentro de mi hermana...
Mary lava dos docenas de platos sucios a las 8 y media de la mañana y las gatas buscan leche tibia que tomar al fondo de la cocina.
Las cosas se repiten en el jardín de mi casa todas las mañanas:
el principio del invierno y los últimos días de mayo.
Yo apenas lo conozco.
Mayo se va y el invierno queda.
Debajo del árbol de la entrada, a mi puerta final, miré con sueños unos ojos nuevos.
domingo, 14 de junio de 2009
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